Comencé a escribir esta historia como un trabajo más de clase en el que tenía que idear una historia con algún tinte fantástico, pero, a la vez, quería darle un toque inesperado. Es esa sorpresa final lo que puede cambiar la realidad por la ficción; eso y que el final quede completamente abierto. Espero que os guste, pero que también sorprenda un poquito.
Angélica
Estimada
y lúcida dama de insondables respuestas: disculpa que interrumpa un momento de
tu tan arduo trabajo, pero anoche vi una imagen que me ha conmocionado. Como
bien sabes, soy bastante curioso y me gusta ver qué se cuece en Facebook; por
eso todas las noches entro en mi página antes de acostarme. Te adelanto: no he dormido
nada. Tampoco he podido levantarme en mitad de la madrugada como habría
necesitado, tenía miedo de despertar a mi mujer y que me encontrara en el
estado de inquietud que aún me embarga. La causa de mi desasosiego es algo que
no consigo explicar, así que paso a relatarte los hechos.
Si
bien somos buenos amigos, nunca hemos podido intimar lo suficiente para
hacernos confidencias de nuestras vidas pretéritas, quizás nunca se dé el caso,
pero ahora he de preguntarte algo que considero muy importarte. Ayer entré en
el enlace de tu última entrevista (por cierto el fotógrafo se esmeró más que otras
veces) pero después de verte y seguir tu mirada hacía el entrevistado, me quedé
a mitad de camino porque, desde el otro lado del cristal de la cafetería, vi la
figura de un fantasma observándote. Su actitud desinhibida y de descaro, que no
iba mucho con ella, me hace suponer que podía ser conocida tuya o de alguien de
tu equipo, y por ello necesito saber si pudieras darme razón de ella.
Incluso
te diría más, su imagen es exactamente igual a la de una fotografía, la única
que conservo de ella después de que una furia incontenible tras su pérdida me
hiciera destruir todo aquello que conservara su imagen, su aroma o su
presencia.
Dado
mi estado de ánimo, necesito comentarte que esa mujer fue mi primera pareja. La
primera mujer que me miró como un hombre, la que me hizo sentir qué era vivir,
la que me dio a conocer un antes y un después de su calor, la que me brindó esa
entrega total de la persona y del alma. Por ella recorrí medio mundo, o quizás todo él detrás
de su sombra, de su verde mirada como ventanales a la campiña inglesa. Fue ella
misma, la que una vez conseguí reencontrar en la parte más alejada del planeta
para verla morir en mis brazos, donde exhaló el último suspiro y la luz de sus
ojos se apagó para siempre. Ella me lo dio todo y todo me lo quitó el destino.
Por
favor, es perentorio para mí que me ofrezcas alguna explicación. No hay lugar a
dudas, es la mujer que te mira tras el ventanal del Café Comercial en la última
entrevista que has subido a Facebook.
***
No
he tenido tiempo aún de comprobar tus palabras, ahora te contesto a través del
móvil, pero no te preocupes, seguro que es un error y tiene alguna explicación
racional. En cuanto llegue a la oficina lo veo y te respondo.
***
Estimado
Miguel, no puedo comprenderlo, por más que miro y remiro las fotografías de la
entrevista, no logro encontrar la imagen que me indicas. Bien es verdad que la
realicé hace unos días en el Café Comercial, en una de las mesas que están
junto a las cristaleras de la calle, pero en ninguna de ellas, en ninguna,
aparece mujer alguna mirando hacia el interior. De hecho, he intentado hablar
con el fotógrafo, que no es el habitual, sino un suplente que contratamos, pues
Rafael lleva unos días sin aparecer por la redacción y tampoco he podido
contactar con él. Lo seguiré intentando y en cuanto lo consiga y me mande la
relación completa de las imágenes de la entrevista, me pongo en contacto contigo. No creo que
tarde mucho, Gabriel es una persona muy concienzuda y responsable, seguro que
nos podrá ayudar a solucionar el misterio.
***
Estimada
dama de esperada luz, no creo que haya nada que me pueda desviar de la desazón
que me invade. Era Angélica, sin duda. Angélica, estoy seguro. Te tengo que
dejar ahora, está sonando el móvil. ¡No puede ser! ¡me está llamando! ¡es ella!