lunes, 22 de abril de 2013



Las lecturas de LuisCar 3

            Me han pedido que haga para clase unas reseñas de los cinco libros que más me hayan influido. En un primer momento, cinco libros me parecieron muchos. Nada más escuchar el enunciado del trabajo puse mi cerebro a trabajar. Cinco, lo pensé mejor, tampoco son tantos. El primero que me vino a la mente fue el clásico de clásicos.
D. Quijote de la Mancha, después otro que debería considerarse  como tal: El Corazón de Piedra Verde de Salvador de Madariaga. A continuación pensé, aún en clase, que debería darme una vuelta por las estanterías de casa; con la edad uno pierde memoria y no deseaba dejarme influir por las últimas lecturas.
            Cuando hube realizado ese periplo, corto pero intenso, recordé la media docena de ediciones que colecciono de otros dos clásicos más: Cumbres Borrascosas de Emily Brontë y Orgullo y Prejuicio de Jane Austen. El cupo estaba prácticamente cubierto y aún se agolpaban en mi mente libros y autores que han jalonado mis días desde la escuela, con mi número 13 del carnet en la biblioteca del barrio, hasta hoy.
            A lo largo de mis días he cometido infinidad de errores, en eso no creo diferenciarme de la inmensa mayoría de los mortales, aunque puede que en el arrepentimiento espontáneo que sufro, sí la haya. Cuando a los 16 años tuve que optar entre ciencias y letras ni siquiera llegue a plantearme que hubiera alguna posibilidad que no fuera las primeras. Así elegí Matemáticas Especiales, Química y Física en vez de Griego, Latín y Literatura. Este hecho singular, no fue más que el inicio de toda una serie de errores por los que voy a necesitar más de una vida para enmendarlos —no descarto vivir dos o tres si fuera necesario. El caso es que tuve que dejar de leer literatura para sumergirme en libros de texto y ensayos, libros que en nada me satisfacían.
            Inicié así en mi vida un periodo gris lejos de mi vocación de lectura. Pero como no hay periodos de oscuridad eternos, y tarde o temprano la luz termina por regresar, la retomé con nuevo empeño para devorar con hambre acumulada en años y sumergirme en todo tipo de aventuras a lo largo de este mundo y de tantos otros creados por la imaginación  de los autores. He sido naufrago junto con Arthur Gordon Pym, también he sido pirata en el mar Caribe cantando loas a una botella de ron, he buscado un diablo en el interior de una botella, he viajado a Arcadia para conocer a la familia Buendía, he recorrido la tierra de los hurones junto a Ojo de Halcón, marche a Londres para atravesar el andén 9 y ¾ en busca de un mágico mundo, jugué simulaciones de ataques alienígenas en naves espaciales con el joven Ender que resultaron ser reales batallas intergalácticas y atravesé el mar profundo en el Nautilus. También leí a Pereda, a Juan Valera, Fernán Caballero, Quevedo, Cervantes, Pérez Galdós, me emocioné con el Principito, hasta hace poco mi único libro releído. Eso sí, entre veinte y treinta ocasiones tuve la oportunidad de finalizarlo. He recorrido multitud de páginas juveniles con Cornelia Funke, Laura Gallego, Phillip Pullman e incluso finalicé el interminable viaje de Michael Ende. Se me saltaron las lágrimas con Carta Blanca de Lorenzo Silva, me indigne con Plenilunio de Antonio Muñoz Molina, me asombré con la Sombra del Viento, disfruté con el Olvidado Rey Gudú, mi corazón se volvió blanco con Julián Marías, comprendí el vacío de Carmen Laforet y sentí todas las emociones posibles con tantos y tantos libros que se encuentran en la lista de aquellos me hubieran gustado imaginar y que me hubieran gustado escribir.
            Después de tanto recorrido, creo que es mi obligación explicar porque un libro menor, como es En el lejano País de los Estanques, es para mí el quinto libro y último de esta caprichosa lista. Es muy fácil. Este libro significó en su momento una puerta abierta a través de la cual recibí un conocimiento que hasta entonces era completamente ignoto para mí. Los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro y sin duda su autor, mi nunca bastante admirado Lorenzo Silva.
            De D. Quijote de la Mancha nada puedo decir salvo que decidí leerlo por casualidad y quizás también por un poco de esnobismo ¿cómo era posible que no lo hubiera leído? y la verdad, me marcó. Hay un antes y un después. Si tenía prejuicios antes de comenzar un libro, ahora lo hago con la mente abierta, deseando que me enganche y me divierta. Así lo hice con el Hidalgo Alonso Quijano y acerté.
 
            El Corazón de Piedra Verde fue un regalo de alguien de mi familia que insufló un nuevo punto de vista en un joven corto de miras y que algo tiene que ver con una novela a medias que guardo en un cajón de mi escritorio. Comienza en la España de Isabel y Fernando en los días en que Colón ha regresado para dar conocimiento del Nuevo Mundo y en los que los judíos han de abandonar Sefarad o convertirse al catolicismo. Dos personajes de familias opuestas enfrentados, ya las dos Españas, y una crónica completa sobre la conquista de Méjico con continuos choques de estos dos personajes cuyo odio será eterno e irreconciliable. Enorme maestría a la hora de escribir. Imprescindible a quien le interese saber de esa atávica lucha intestina e irreconciliable entre españoles que llega hasta nuestros días.
            Cumbres Borrascosas fue también otro regalo, parece ser que esta costumbre que llega hasta el día de hoy condiciona mis gustos y de alguna manera también mi vida. Recuerdo que el personaje de Heatcliff me pareció en su momento la persona más tortuosa y autodestructiva del mundo. Tanto amor era capaz de albergar por Catalina, que el hecho de ser rechazado le convirtió en un funambulista de la línea amor-odio-amor, que le obligaba a sufrir y hacer sufrir a todo el mundo para expiar su pecado de no haber sido suficientemente convincente, bueno, rico, o poderoso para que su amada no le despechara por el joven Linton. La historia publicada en 1814 creo que aún no ha sido rebasada y desde luego es ahora tan actual como hace dos siglos.
            Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen, me parece una deliciosa comedia costumbrista de amoríos locales, en los que la pequeña clase media sufre para colocar a sus hijas alejadas de un sistema de herencia próximo al mayorazgo español. Ingenuos e inteligentes diálogos enmarcados en paisajes idílicos cierran esta comedia de amor con final feliz, en la que el papel de la mujer por inteligente que sea queda reducido a la búsqueda de un marido  con fortuna y las cosas no siempre son como parecen.
            En el lejano País de los Estanques es un descubrimiento nacido del boca a boca, como muchos años después lo ha sido Domingo Villar con su primera novela Ojos de Agua. Si el agente Vila me cautivó es porque de alguna forma, le considero un alma gemela: tiene gusto por los soldados de plomo, piensa las cosas dos veces antes de decirlas, admira y respeta a Chamorro aunque sea muy joven, y es muy concienzudo. Si está convencido de una cosa no se obceca, deja que sean los hechos y las pruebas las que le saquen de su error y no le gusta precipitarse en sus opiniones. En definitiva un tipo que me gusta. Y como por mucho que uno lo intente evitar, siempre hay algo del autor en sus personajes, esta admiración la hago extensiva a D. Lorenzo Silva, aunque se haya presentado a un premio de cuyo resultado se comenta de todo en los mentideros del ramo.
            He dejado para el final un comentario. Arnaldur Indridasson: Las Marismas, La Mujer de Verde (editada inicialmente como Silencio Sepulcral), La Voz, El Hombre del Lago, Invierno Ártico... Llegaron hace poco a mis manos y por ello su influencia ha sido menor que la de los libros señalados, pero un consejo kamikaze a lo Oscar Wilde: No dejen de leerlas.
 
 
 
            Una última anotación, sigan a la joven promesa Esther Peñas. Hay dos razones fundamentales: es joven y promete.
 
LuisCar, 22 abril 2013
 

viernes, 12 de abril de 2013

La Nada y el Vacío surgió de un trabajo de clase. Un nuevo reto que Esther no impuso. Después de habernos explicado, eso sí, con su verbo fácil los relatos de la creación del mundo que sobreviven en casi todas las culturas, nos pidió que imagináramos la nuestra propia de como se formó el mundo y así nació esta irreflexiva y caótica historia sobre la creación del universo
 
LA NADA Y EL VACIO


La Nada despertó. Buscó en la oscuridad a ambos lados de su lecho. Nadie la acompañaba y tuvo consciencia de su soledad. Decidió, entonces, que había soportado demasiada soledad en la eternidad de los tiempos y que necesitaba compañía. Primero pensó cuánto le agradaría oír una voz, pues el silencio era lo único que escuchaba más allá de sus pensamientos. Creó así el sonido. Como el tiempo del silencio ya había concluido, utilizó su voz para decirse a sí misma que a continuación nacería la luz. No soportaba ya el peso de las sombras y  
cuando creara lo que había pensado, quería que pudiera ser visto para que se pudiera conocer el grado de belleza de su obra. Así, abrió los ojos con fuerza y la luz nació.

            Una vez que ésta germinó, comprobó que nada había que ver o escuchar pues todo estaba vacuo, así que decidió crear la tierra firme, el mar y el cielo para que algo se pudiera ver y escuchar, y lo llamó Paraíso. Le gusto el nombre, pero nada en él se movía; era como ver una imagen fija eternamente y decidió añadir el movimiento. Creó los planetas y sus satélites y los ató con invisibles hilos para que sus orbitas estuvieran relacionadas y la noche y el día se sucedieran eternamente como en un infinito juego.

            Ahora que la Nada ya tenía qué ver, no tenía con quién comentar la belleza de los colores del atardecer, ni los del amanecer, ni las turquesas aguas del mar, ni las verdes praderas de trigo mecido por el viento; así que decidió entonces que no volvería a estar sola y modeló sobre las montañas un cuerpo a su imagen y semejanza y con la fuerza de un rayo le dio vida. Pero la emoción del último momento le hizo temblar y erró, y así el Vacío no se creó a imagen exacta de la Nada. Fueron sólo complementarios y cuando se acercaron comprobaron que sus cuerpos encajaban entre sí y fueron amantes. Tanto placer y tanta felicidad disfrutaron que decidieron extenderlos sobre la faz de la tierra, por lo que modelaron montañas con sus formas y todas aquellas que su imaginación alcanzaron a vislumbrar, y crearon tormentas que dieran vida a todas las criaturas sobre la superficie de la tierra.

             

LuisCar, 16 diciembre de 2012

sábado, 6 de abril de 2013


Hoy me encuentro multidisciplinar. Vamos, que me apetece añadir al blog otra de las cosas que más me gusta hacer: cocinar. Es una receta sencilla, económica, el salmón no es excesivamente caro y siempre se puede comprar más cuando está a mejor precio para congelarlo después.
 
 
Macarrones con Calabacín y Salmón

 

Ingredientes para 3 personas:

225 gramos de macarrones

300 gramos de salmón

1 calabacín mediano

1 cebolla mediana

Un chorreón de aceite de oliva y sal


 



            En primer lugar se ponen los macarrones a cocer en abundante agua con sal. A mi, particularmente, me gusta cocerlo así, sin una gota de aceite, pues la gracia llegará con la salsa o con el acompañamiento.


            Mientras se hacen los macarrones, aprovechamos para preparar el calabacín y el salmón. Empezamos por la cebolla, la picamos bastante pequeña y cuando el aceite, (a mí la unidad de medida que me gusta para el aceite es el chorreón) ya está caliente, la agregamos a la sartén. Es importante que no se queme, pues al ser un plato que va a transmitir muy poco color, si la cebolla se tuesta demasiado, va a dar al plato un aspecto poco agradable. Por ello hay que moverla constantemente y estar muy atento a las primeras muestras de que se esté dorando demasiado.
 


            Cuando los macarrones están hechos, 8 o 10 minutos de cocción según el gusto, yo los prefiero más bien duros, se ponen a escurrir y se dejan en la bandeja donde se han de mezclar con el salmón y el calabacín.



            Una vez pelado, cortamos el calabacín en cuatro cuartos para extraer las semillas si éstas son muy grandes, si no lo son, se cortan en láminas estrechas y se añaden a la cebolla, para que se vaya haciendo poco a poco. Si quieres acelerar el proceso, puedes salar ligeramente y tapar con una tapadera anti vaho.


            Aparte, el salmón se lava con abundante agua fría y se seca con papel de cocina, se sala y se corta en dados. Después, en otra sartén, se dora a fuego lento y cuando está hecho y dorado se reserva.

 

            Esperamos a que el calabacín y la cebolla se hayan pochado y  se añade el salmón. Se rehoga todo a fuego lento durante unos minutos. Cuando se ha mezclado todo, se añade a los macarrones, se calienta a fuego muy lento removiendo constantemente.

 

Cuando hemos terminado, solo queda emplatar y servir caliente. Se puede acompañar con un vino suave, rosado o blanco, incluso un lambrusco fresco.
           




 

Espero que os guste. Buen apetito.          
Una última cosa. Espero comentarios y sugerencias.



LuisCar, 6 de abril de 2013