martes, 31 de enero de 2017

YA PASARÁ


Edelmiro y Sisenanda tenían una mala racha. Él lo repetía sin cesar: una mala racha. Lo que quedaba de cosecha se arruinó en un aguacero y un mal granizo remató la faena; una epidemia se llevó las pocas cabras que pacían en el establo y un pequeño incendio en casa convirtió en cenizas la despensa y buena parte de sus recuerdos.

No te apures Edelmiro, ya pasará, le decía ella. Y él, con su acuosa mirada de tristeza, abría la boca para decir algo, pero siempre se arrepentía en el último momento y callaba. Edelmiro miraba al cielo en busca de respuestas mientras su hacha surcaba el aire en una melodía de acero y madera. Mañana pasará…


            Aquella madrugada las calles de pizarra volvieron a escuchar el eco de la Compaña que regresaba del bosque con su botín de almas perdidas. A su paso, la niebla, que envolvía el camino, sólo se rasgaba por un viento que hacía aullar las carcomidas ventanas, que cabalgaba por las techumbres caídas, lastimaba las rejas del cementerio y se paraba para hacer una reverencia ante una cruz de madera ensangrentada y su tallado epitafio: “Por fin pasó"