Ayer, en clase, reconocí haber leido los libros de Harry Potter, pero no pude explicar la fascinación que comencé a sentir hace años, y que aún mantengo por ese niño que en un mundo de magos y muggles (no magos) en el que la lucha del bien contra el mal está siempre presente, es capaz de sobreponerse a todos los contratiempos para que el bien absoluto triunfe sobre la maldad.
Por estas razones, una vez en Londres, no pude dejar de acercarme a la estación de tren de King Cross para intentar atravesar el andén 9 y 3/4 y entrar en ese mundo mágico para unirme a las huestes de Harry y aqui una muestra de ello. Muchos son los llamados y pocos los elegidos.
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