sábado, 10 de noviembre de 2012

La Promesa 2ª Parte

Esta es la segunda parte del relato policiaco que Felicitas nos pidió. Ya sabéis, necesitaba un asesinato con cadaver sin manos ni dientes. Sólo podía ser identificado a través del ADN. Por cierto, Cuenton ha subido ya la segunda parte de su relato.


LA PROMESA

ENTREGA II

—Domingo, Lorenzo, vamos a ver si hacemos una buena faena y nos libramos de las banderillas, porque si no, os voy a poner la estocada en todo lo alto. Estamos hablando de un cadáver mutilado en mitad de una de las zonas bien de la ciudad. ¿Sabéis cuantos famosos y políticos viven en esa zona? ¡Quiero resultados ya! Y cuando digo ya, es para ayer, nada de mañana, ¿me entendéis? Mirad, ¿sabéis lo que es esto? Antes de venir me he pasado por la ferretería y he comprado una llave del siete ¿Queréis saber para qué? Mejor que no, espero no tener que usarla, pero no dudéis que lo haré. ¡Entendido! ¡Venga en marcha!

—Pues sí que viene de buen humor hoy, jefe,  ¿quiere saber algún detalle?

—Domingo no me fastidies ¿me ves con cara de querer saber detalles? Mírame bien, ¿crees que me interesan? Cuando tenga que hacer la rueda de prensa para decir que he cogido al asesino, ya te los pediré; mientras tanto a la faena, no perdáis más tiempo. ¿O preferís que en la rueda de prensa diga que todos sois unos inútiles y que no habéis sido capaces de encontrar al asesino?

            No se saldría con la suya. Le había admitido, le había querido como a un hijo, le había enseñado todo lo que sabía y ahora le pagaba con esa moneda. La primera vez que le vio acaba de graduarse. Era tan joven, tan bien parecido, tenía esas manos tan perfectas, esos dedos de pianista, esa dentadura tan blanca, esa mirada tan cristalina. Entró en sus vidas como un huracán, les arrastró a todos con el vértigo de su personalidad.

            Después de la bronca, ambos se dirigieron al despacho de Domingo y se sentaron delante de la pizarra con la mirada un tanto perdida en la cristalera del último piso de la comisaría de la calle de las Huertas.

—De verdad Domingo, no lo puedo creer, ¿cómo es posible que este hombre dé el pego de esta manera? ¿De verdad nadie ha calado a este hombre? ¿Cómo puede tener esas estadísticas de resolución de casos?, no me lo explico

—Mi querido amigo Lorenzo, tranquilo, el aplomo se gana con la edad y me parece que a ti todavía te falta mucho por crecer –aquella escena le parecía de sainete mal representado, sentía necesidad de mirar a su alrededor en busca de la cámara oculta. Pero eso no era lo peor, ¿qué decir de la insufrible prepotencia con que actuaba?   

            Mientras Domingo le pedía por enésima vez a Lorenzo que bajara la música, entró una llamada en su móvil:

-Dime, Adriana, ¿novedades?

-Novedades Domingo, personas desaparecidas cero, fotografía en el barrio cero; ADN 0, Ipod 1.

- Qué, ¿acabas de leer el Marca?; te recuerdo la bronca en el despacho del jefe hace un rato, así que al turrón. A ver, ¿puedes ser más explícita?

-Lo dicho jefe, de momento no hay nada en personas desaparecidas, ninguna denuncia que cuadre con nuestro amigo. Las patrullas están enseñando la foto por el barrio pero de momento no tenemos ningún avance por ese camino. El ADN se está comparando con las bases de datos que tenemos disponibles, pero mucho me temo que como no tenga antecedentes por algún delito de guante blanco va a ser que no y por último el Ipod. El camino que he seguido es el siguiente. Me he puesto en contacto con la marca por si hubiera registrado el producto. Les he dado el número de aparato y estoy esperando respuesta, ya les he dicho lo urgente que es. Si lo hubiera comprado en la red hubiera sido más fácil pues estaría grabado el nombre en el reverso pero no ha habido suerte. Siguiente punto, tenemos un nickname, un apodo en Internet, así es como se llama el aparato cuando se conecta al ordenador. Estoy rastreando el nombre, se llama “fredmer” pero de momento puede ser cualquier cosa. Por último, la música, un Ipod de  8 Gigas con sólo una decena de canciones. Todas de Queen y menos una que es la más famosa, todas desconocidas.

-¿Eso quiere decir algo?

-En principio estoy en ello; en un soporte con capacidad para mil canciones que tenga sólo diez y raras, seguro que quiere decir algo. Quién haya grabado esto, tiene que ser un gran admirador o profesional del tema, pero yo me inclino por lo primero más que por lo segundo.

-Grábame una copia y pásamela al móvil. Anótalo todo en la pizarra, cuando regresemos de pijolandia le daremos una vuelta para ver a donde nos conduce todo esto.

            Cuando hubo colgado le dio el teléfono a Lorenzo para que lo conectara al aparato de radio del coche. Una vez hubo llegado el archivo, pulsó el play y entonces comenzó a sonar una guitarra eléctrica y una voz que arrastraba las palabras:

Synchronize your minds and see               (Sincroniza tu mente y ve
The beast within him rise                          cómo la bestia nace en su interior
Don't look back don't look back                ¡No mires atrás, no mires atras!
It's a rip off                                                Es una trampa –y verás cómo-
Flick of the wrist and you're dead baby    con un golpe de muñeca te mataré)


            Se lo había presentado Marta, se conocieron en la cafetería de la facultad, cervezas y partidas de mus, después biblioteca, cine experimental, recitales de cantautores y escapadas a la montaña. El descubrió un mundo nuevo, el mundo de la familia, del afecto. Las relaciones puras y desinteresadas, el cariño per sé, como él nunca lo había conocido entre los suyos. Le había hecho partícipe de su familia, sus hermanos, su casa, sus amigos, su vida. Se convirtió en el centro de sus reuniones, el animador de las fiestas, el arrogante y arrollador desconocido que nunca podía faltar.

            Adriana llamó a Domingo. Había seguido la pista de la música, todas las canciones eran de los primeros años setenta, incluida Bohemian Rapsody que era la única conocida; por lo demás todo un clásico. Además el que en las letras y en los títulos se tratara de asesinatos, de vida y muerte: Keep yourself alive, Doing all right, When the night comes down, Liar, Nevermore, Flick of the wrist, In the lap of the Gods, The loser in the end, Procession y Bohemian Rapshody, no podía ser ninguna coincidencia.

Había llamado a la Cadena Ser y le habían pasado con un locutor de los cuarenta principales. Éste le explicó que casi todas las canciones eran de las que no se llegaron a emitir ni en su tiempo, por tanto, lo normal era que quien las grabó fuera un gran conocedor del grupo y que además, por su fecha de publicación debía tener alrededor de la cincuentena. También le comentó que había muchos foros en internet en los que se podía hablar de ello e iniciar la búsqueda del nickname.

-A ver si damos en el clavo, porque por aquí aún no hemos avanzado nada.

            Domingo pateaba la acera de la derecha mientras Lorenzo lo hacía en la de los impares. Habían iniciado las pesquisas por Ortega y Gasset entrando desde Francisco Silvela. Después de un par de horas de búsqueda infructuosa se volvieron a reunir en la Plaza del Marqués de Salamanca.

-Sigamos hasta Velázquez y te invito a desayunar en el VIPS.

-Eso está hecho allí te espero, le dijo Lorenzo.

-Tomaré un café con leche y una tostada; para él café con leche en vaso, con la leche templada y dos porras poco hechas. ¿He acertado?

-Déjalo Domingo siempre juegas con ventaja. Por cierto, señorita Gálvez, titubeó mientras miraba la placa del uniforme ¿ha visto a este hombre alguna vez? –le mostró una foto junto con su identificación.

La mujer tomó la foto en sus manos antes de mudar su moreno color por un blanco cerúleo.

-¿Por qué le buscan? ¿le ha pasado algo?

-¿Le conoce?, respondió Lorenzo de inmediato, con voz entrecortada fruto de la ansiedad.

-Claro que si mi niño, viene todos los días a desayunar, le gusta sentarse en esa mesa de ahí detrás, junto a la cristalera. –le respondió la mujer que aún no había recuperado su color.



-¿Nos puede decir su nombre? ¿Sabe donde vive, su trabajo?
continuará...

1 comentario:

  1. Cuanto te haces de rogar. Ahora lo estaba leyendo con más calma que en clase.

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